A finales de este siglo, el nivel del mar en las costas españolas habrá aumentado entre 60 y 72 centímetros (algo más de 80 centímetros en Canarias), sobre el nivel medio de 1986 a 2005, debido al cambio climático, en el peor de los escenarios posibles, es decir, si no se hace nada por mitigar el calentamiento del planeta. Incluso si se toman medidas eficaces para contener las emisiones de los gases de efecto invernadero, la subida de las aguas en las costas será ya irremediablemente de unos 40 centímetros (entre 30 y 60 centímetros). Son las conclusiones de la investigación Cambio climático en la costa española, financiada por el Ministerio de Agricultura y realizado por los expertos del Instituto de Hidráulica ambiental de Cantabria, donde se incluyen los últimos datos sobre calentamiento global. El informe,denominado C3E, especifica que la peor parte de la subida de las aguas se la llevarán los deltas del Ebro, Guadalquivir y Guadiana.
“El mayor impacto debido al cambio climático en las costas es la subida del nivel del mar, junto al aumento de la temperatura del agua y su acidificación”, resume Íñigo Losada, director de la investigación. Pero los efectos de este fenómeno abarcan todos los entornos del litoral, desde la actividad en los puertos hasta el sector turístico, la intensificación de los temporales o la destrucción de ecosistemas y la erosión. En 2050, con la subida del agua considerada, y si no se toman medidas para atenuar sus efectos, “el valor acumulado de las pérdidas alcanzaría entre 500 y 4.000 millones de euros, lo que supondría entre el 0,5% y el 3% del PIB anual según las provincias y escenarios”, señala el C3E. Dentro del sector turístico, el costero es el más importante en términos de generación de renta, recuerda el informe, “y la región mediterránea es el principal destino del mundo, representando un tercio de los ingresos totales del turismo”. Y el sector depende, en gran medida, del buen estado de las costas y las aguas. “La subida del nivel del mar produce un aumento en la inundación y erosión de las playas, que se traduce en pérdida y fragmentación de hábitats, fundamentalmente en las zonas sometidas a desarrollos urbanos que impiden la adaptación natural de la playa”, señalan los investigadores. Hacia 2050, para cualquiera de los escenarios considerados, gran parte de las playas de la costa española experimentarán retrocesos medios de 20 a 40 metros, afectando a un valor turístico de primer orden.
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