"...Creo en todas las escusas.
Creo en todas las razones.
Creo en todas las alucinaciones.
Creo en todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías, evasiones.
Creo en el misterio y en la melancolía de una mano, en la gentileza de los árboles, en la sabiduría de la luz."

Creo (fragmento final. J. G. Ballard)

jueves, 15 de septiembre de 2016

Objetivos Desarrollo Sostenible 2030 (ONU, septiembre 2015)



Cualquier observador no apasionado de las negociaciones que desembocaron ayer en la nueva agenda global del desarrollo llegará a una conclusión similar: si el cumplimiento de los difuntos Objetivos del Milenio (ODM) ha quedado lastrado de forma grave por la falta de recursos económicos y voluntad política, ¿qué nos hace pensar que una agenda mucho más ambiciosa va a correr mejor suerte? Al fin y al cabo, el despliegue de los 17 monumentales objetivos y sus 169 metas se parece más a una declaración poética de intenciones que a un compromiso firme por corregir los graves desequilibrios sociales y medioambientales del planeta.
Cuando la fanfarria retórica de esta semana haya pasado, la batalla se trasladará a las decisiones políticas y presupuestarias, un campo donde los líderes mundiales han demostrado menos habilidades. Por eso resulta fundamental comprender hasta dónde hemos llegado y cuáles son nuestras posibilidades para los próximos años.
Las noticias más optimistas proceden de algunos de los objetivos clásicos de la vieja agenda de los ODM. Si las cosas continúan como hasta ahora, nuestra generación podrá conocer el fin de la pobreza extrema, los países menos adelantados intensificarán su crecimiento económico y el planeta logrará poner freno a la deforestación. Se trata de logros históricos que pueden desplomar la proporción de quienes viven con menos de 1,25 dólares al día al 3% de la población mundial, lograr niveles de crecimiento económico cercanos al 7% en los países más pobres de África y Asia, o garantizar el comienzo de la repoblación forestal a partir de 2020.
En la categoría más alarmante (recuerden, vamos marcha atrás) destacan algunos objetivos medioambientales críticos, como la lucha contra el cambio climático. Utilizando la información que se presentará en la Cumbre de París dentro de pocas semanas, el informe destaca que los niveles de emisiones en los países más pobres y más ricos se mantienen estables, mientras que en los emergentes BRICS podrían incrementarse hasta un 50%. Junto con la acumulación de residuos sólidos (que podría doblarse en 2025 hasta alcanzar los 6,1 millones de toneladas diarias) y la protección de los entornos marinos (un 90% de los arrecifes amenazados en 2030), el bloque de metas las más directamente ligadas a la sostenibilidad ambiental hace aguas por todas partes.

Fuente: El Pais digital